El lenguaje poético
(Prólogo a LLuvia en la noche, Ed. Deslinde, Madrid, 2020. Publicado originalmente en Las mariposas cósmicas de Jean Aristeguieta, Frente de Afirmación Hispanista, México, 2002.)
El humanista de el-Andalus, Averroes (1126-98), en su búsqueda incesante de textos griegos, dio con una mala traducción al árabe de uno sobre el que publicó Comentario mesurado sobre la poética de Aristóteles (traducción, introducción y notas C. E. Butterworth. St. Augustine’s Press. Indiana 2000).
Reconoció Averroes al final de su libro:
Cuando hayáis comprendido lo que hemos escrito aquí, descubriréis —como ya lo había hecho al-Farabi— que en comparación con los libros de Aristóteles sobre Poética y Retórica, lo que la gente de nuestra lengua [árabe] conoce acerca de las reglas poéticas es una insignificancia.
Fue tan deficiente la versión que leyó Averroes que no comentó dos de las más importantes propuestas de Aristóteles:
La poesía requiere de un hombre dotado para ella, o bien de uno con un toque de locura.
[…]
Es la gran cosa, en verdad, hacer el uso apropiado de estas formas poéticas, así como de los compuestos y palabras extrañas. Pero lo más importante es ser un maestro de la metáfora. Esta es la única cosa que no puede ser aprehendida de los demás; y es ésta también una señal del genio, puesto que una metáfora genuina supone una percepción intuitiva de la similitud en las diferencias.
No obstante, Averroes trató de analizar ciertos poemas árabes proto-idiomáticos desde una mirada racional:
Cualquier cosa que sea imprudente o incongruente deberá ser rechazada. Esto ocurre frecuentemente en los poemas actuales y especialmente en la poesía de Abu Tammam, como:
No me hagas beber el agua de la censura porque enamorado gozo con la dulzura de mis lágrimas.
Es evidente que el agua no corresponde a la censura. Además escribió uno más incomprensible:
El montón de muerte está cuajado de dulce leche.
Prosigue Averroes:
Cuando a la poesía se le arrancan completamente sus voces auténticas y familiares, se convierte en un enigma y en un lenguaje ininteligible. Esta es la razón por la que estos acertijos están hechos de nombres extraños: transferidos, metafóricos, ambiguos y absurdos. El acertijo o el enigma es una elocución que contiene significados que, o bien son absurdos o bien difíciles de relacionar unos con otros para hacerlos congruentes con algo existente.
Averroes resumió sus reflexiones:
Puede inferirse que la elocución poética, poesía o dicción con una función poética, ocurre cuando se altera la elocución auténtica [razonable].
Hoy se comprueba que la irrupción de los arquetipos del proto-idioma en la mente del poeta, alteran tanto su lenguaje humano (castellano) como el musical o rítmico de sus versos. De estos lenguajes nos ofrece Platón una génesis en el diálogo entre Sócrates y Protágoras en Filebo:
Sócrates: El sonido que pasa a través de los labios, ya sea de un individuo o de todos los hombres es único y además infinito […]. Sin embargo no somos perfectos en el acto de hablar por saber que el sonido es uno e infinito; lo que hace al hombre un gramático es el conocimiento del número y naturaleza de los sonidos. […] ¿Es el sonido único tanto en la música como en la gramática?
Protágoras: Desde luego.
Sócrates: Mas cuando has aprendido qué sonidos son altos y cuáles bajos, su número, la naturaleza de los intervalos y sus límites y proporciones; además los sistemas derivados de ellos, que nuestros padres descubrieran y que nos han legado a sus descendientes bajo el nombre de harmonías y los consecuentes efectos en los movimientos del cuerpo humano, los que cuando se miden en números se llaman ritmos y medidas.
Ahora bien, para que exista harmonía en el segundo lenguaje tienen que casar los sonidos de las letras. Platón en El sofista lo explica por boca del Forastero:
… esta comunión de unos con unos puede ser ilustrada con el ejemplo de las letras, porque algunos no concuerdan unos con otros, mientras que otros sí. […] Siendo las vocales especialmente las que son una especie de nexo que influye en las demás letras, de manera que sin la vocal la consonante no se puede unir a otra.
De la misma suerte que las consonantes necesitan de las vocales y viceversa, para la existencia de la palabra, la dialéctica y la poesía requieren de la harmonía de las palabras. Prosigue el Forastero:
Los esfuerzos por separar todas las existencias, unas de otras, es una barbaridad totalmente inaceptable a una mente educada o filosófica. […] El intento de separación universal sería la destrucción de todo el razonamiento, puesto que sólo por la unión de conceptos, unos con otros, alcanzarnos el discurso de la razón.
Pero Averroes observó que el lenguaje poético a pesar de no ser racional, impresiona y agrada.
¿Es verdaderamente irracional el lenguaje poético?
Dejemos que conteste el Forastero:
Observando que el lenguaje es verdadero y falso, y que el pensamiento es la conversación del alma consigo misma, siendo la opinión el término del pensamiento, y la imaginación o fantasía, la unión del sentido y la opinión; se infiere que algunos de ellos —relacionados al lenguaje— deberían tener un elemento falaz, así como también uno veraz.
No es, pues, privativo del lenguaje poético lo irracional, puesto que el lenguaje normal puede ser falaz y por lo tanto irracional.
Hoy al conocer el significado de los arquetipos del protoidioma, confirmamos que el lenguaje poético es más veraz que el «racional», pues como lo advirtió Aristóteles en Sobre la poética:
La poesía es algo más filosófico y de importancia más grave que la historia, puesto que sus manifestaciones son más bien de la naturaleza de las universales [de lo eterno], mientras las de la historia son particulares [que conforman lo múltiple]
Juana Rosa Pita al final de su poema «Kermes renacido», declara que el enigma poético lo explica el protoidioma:
Todo es mensaje inmerso en el misterio,
cada universo es trasmisible
siempre que lo abordemos ya fluentes
en nuestra lengua madre: la poesía.
¿Qué significado tiene el arquetipo mariposa en el lenguaje poético de la venezolana Jean Aristeguieta?
No tratéis de adivinarlo porque ni Sócrates lo intentó, cuando en Apología dijo:
Los poetas dicen bellas cosas, mas no comprenden el significado de las mismas.
Invierno 2002.