Entrevista | Rafael Vilches: “Desde hace muchos años me considero un exiliado en Cuba”
Tras toda una vida en Cuba, el escritor y poeta Rafael Vilches, nacido en la provincia de Granma, se vio obligado a exiliarse en Madrid tras décadas de presiones y amenazas por parte del régimen de la Isla debido a sus cuestionamientos de la dictadura comunista cubana.
Tan solo unos días después de su llegada a la capital española, Rafael Vilches, autor de libros como Dura silueta, la luna, País de fondo, Inquisición roja y Escribo mi sangre en la arena, entre otros, conversa con Árbol Invertido sobre esta decisión y los nuevos caminos que se abren en su vida.
Hace solo unos días llegaste a Madrid, ¿tienes la intención de radicarte acá? ¿Qué te hizo tomar la decisión de salir de Cuba en un momento como este?
Llegué a Madrid el 27 de marzo. Es una ciudad hermosa y fue amor a primera vista con el perdón de Ana Rosa Díaz, tiene que compartirme con esta ciudad que se ha abierto de pecho o yo a ella ante su encanto. Es imposible llegar a ella y no quedar prendado de sus encantos y no pretender enraizarte en su alma.
Salí de Cuba por una invitación para promover mis libros en España. Es duro, triste saber que dejas atrás tu mundo, tu gente, tu familia, los amigos que jamás quisieron que te fueras, llega un momento que te obstinas de darle cabezazos al muro, de ver sangrar la frente y el alma y que el pueblos por el que supuestamente estás luchando, sea el mismo que viene con los esbirros a hacerte los actos de repudio, esos que acompañaron a los sicarios de la dictadura a golpear a los jóvenes que salieron el 11 de julio a pedir la libertad de Cuba y que hoy son presos políticos, sumados a los que ya estaban en las prisiones.
¿Te consideras un exiliado? ¿Cómo crees que puede incidir en tu obra literaria la condición del exilio?
Desde hace muchos años me considero un exiliado en Cuba, era una no persona hace años, no existía para la literatura cubana, estoy censurado, prohibido en todos los sentidos, tenía todas las amenazas posibles contra mi persona y los míos. Así que ahora en Madrid me siento como en casa, el hogar patrio que jamás respiré en la Isla que me vio nacer, Madrid es como el recinto familiar que alguna vez en la infancia respiré en la casa de mis abuelos.
No sé lo que le aportará a mi obra literaria este presente y futuro, pero a mi vida esta ciudad la ha iluminado, es como estar saliendo de la vagina de mi madre, que ahora es 10 de diciembre de 1965, y mi grito en las tierras de Las 1009 es el grito por los derechos humanos de todos los cubanos, un grito desde Madrid, la ciudad más bella del mundo.
La salida del país natal siempre es dura, más en condiciones como esta. ¿Cómo dejaste la Isla a tu salida? ¿Cuáles fueron tus últimas impresiones sobre la situación de Cuba?
Cuba es un gran vertedero, una vergüenza mayúscula, la ignominia, el cinismo personificado, la dictadura más hija de la gran puta que ha dado la humanidad. Tienen el cuerpo político y policial más despiadado y desvergonzado de la tierra. Caminar por Cuba se ha vuelto una odisea. Sobrevivir en la Isla va siendo casi imposible en todos los sentidos.
Una gran parte de los escritores e intelectuales cubanos, a lo largo de la historia, se han visto abocados al exilio. ¿Crees que esta es una condición ineludible para las personas que defienden su libertad de pensamiento en la Isla?
Es muy extraño, siempre admiré a todos los escritores y artistas censurados, silenciados, marginados, los que se fueron y los que se quedaron y toda esa admiración se convirtió en una condena, yo mismo pasé de la noche a la mañana a esa larga lista de nombres ilustres.
Me siento en paz conmigo y con ellos, jamás me escondí detrás de un seudónimo para decir lo que pienso ni para publicar mis libros. Por mi novela “Inquisición roja”, que desnuda la crueldad de los campos de concentración en Cuba, las UMAP, era un condenado en el muro del paredón, por esa novela quisieron todo el tiempo inventarme un caso para llevarme a prisión como un preso común, ese iba a ser mi destino si permanecía en Cuba.
No sé si sea el destino o el camino de todos los escritores que se enfrentan de frente a la bestia de los Castro y sus marionetas representas por Díaz-Canel, pero es decidir entre la libertad y la cárcel. Nunca quise que esta fuera la solución, ya había viajado a los Estados Unidos, Puerto Rico y Colombia y nunca pensé en quedarme lejos de casa, de mis padres, hijos, nietos, familiares, amigos, las cosas comunes que dejé y que voy a llorar con la misma intensidad que llega la risa ahora a mis labios.
Has pensado sobre tu futuro en el exilio, ¿servirá como inspiración para tus próximas obras literarias?
No nos enseñaron a pensar en el futuro. Ahora será meterle el pecho a lo que venga. Ojalá pudiera tener la oportunidad de dedicarme a escribir libros, promover a otros escritores silenciados en la Isla, a los escritores del (PEN) Club de Escritores Independientes de Cuba, por ejemplo, que se me permita soñar, hacer la vida del escritor que no pude, que no me dejaron ser en mi patria, pero eso nunca se sabe de antemano.
Por suerte traigo algunos libros inéditos, y otros rondan mi cabeza. Lo de la inspiración es un ave, nunca la dejo en la jaula de mi cabeza, ella es libre, si me pertenece, regresa como Ana, la mujer que amo.
Tuve el honor de tener a Rafael en mi casa de la Habana por 31 días, cuando los “amigos”, le tiraron la puerta en la cara. Fue un honor, porque Vilches es uno de los mejores seres humanos que he conocido.