Imaginando la verdad: una brújula en la poesía de Juana Rosa Pita
La búsqueda parece ser la brújula que acompaña a los transeúntes de este siglo, en que la verdad, en muchos casos se transforma en luz y poesía, el amanecer que constantemente soñamos, para no extraviarnos entre las inevitables sombras que nos atrapan y destruyen. En el libro Imaginando la verdad (Ediciones Deslinde, Madrid, 2019), de Juana Rosa Pita, la poeta cubana nos invita no solo a imaginar esos paisajes que han quedado dibujados en la memoria, desde la infancia, en el ir y venir por los senderos de la vida, pues nos acerca también a lo más deseado, a esa luz que el mundo requiere urgentemente para salvarse, redimirse, y regresar a lo permanente, a la generosidad, al amor, para respirar profundamente el único y verdadero regalo: la vida.
Un hermoso verso del libro nos aclara este pensamiento: “la vida no se presta a que la enmienden”, y nos aproxima a esas acuarelas humanas, en que el hombre hila y deshila el quehacer cotidiano, y cree que basta con pintar las casas destruidas después de la guerra, para volver a iluminar la existencia perdida, sin entender que, aunque las heridas cicatricen, siempre quedan en su interior el desencanto y el dolor. No obstante, afortunadamente también quedan la poesía y los sueños de libertad.
La lectura de Imaginando la verdad nos hace retornar a la infancia, tiempo de sonrisas que iluminan, y que necesitamos permanentemente en el transitar. Esta historia ayuda a reconstruir lo esencial, esos hilos imaginarios que tejen a diario un nuevo camino, por el que transitamos en busca de un nuevo amanecer, que nos permita encontrar lo que soñamos, y contemplar en toda su magnitud la belleza del mundo, tan extraviada en estos días de nieblas ineludibles.
Un verso del poema “Motivación”: “Dios quería tomar cursos de música, / hurgar en los profundos recesos del corazón”, inclina a ahondar en esta idea, referente a la búsqueda que mencionamos en el primer renglón de este artículo, que nos define como viajeros que llegamos a estas tierras que jamás permitirán ser conquistadas. La belleza, el humanismo, la poesía, el amanecer que une los pueblos, debe ser la huella que nos acerque, con el único afán de compartir la tibieza de nuestras manos.
Se describe esta búsqueda, y pienso en el poema “Peregrinos”: “Voy junto a ti por todos los caminos ,/ por los que aún no se nos han abierto, / y las puertas ante las que permanecemos hechizados”, un trazo de vida, al que todos pertenecemos, el maravilloso mundo de la creación, un puñado de tierra en el que nacemos, vivimos y soñamos, donde nada nos pertenece, por el que transitaremos mientras no se detenga el reloj que anuncia nuestro tiempo, tan breve, como esa gota de lluvia que resbala y cae de nuestros dedos.
No puedo concluir el análisis de este libro, publicado por Ediciones Deslinde, impreso en Madrid en 2019, sin destacar lo sugerente de su portada, el óleo El profeta de Rafael Soriano, trazos cromáticos que incitan a la lectura profunda, despiertan la imaginación, nos iluminan, y nos recuerdan que las palabras no solamente tienen significado, sino vivencias.
(Publicado originalmente en La Prensa de Curicó, Chile)